El Cairo que conocí
Hace más de 5.000 años, el territorio que hoy conocemos como Egipto albergó a una de las civilizaciones más importantes de la historia de la Humanidad. Egipto es, sin lugar a duda, uno de los enclaves más impresionantes del planeta; un país que hay que visitar, al menos una vez en la vida.
Viajé a Egipto con mi amiga Paula, y solo tengo buenísimos recuerdos de aquel maravilloso viaje. Ahora que lo veo con más perspectiva, pienso en lo valientes que fuimos – o más bien, inconscientes – sobre todo teniendo en cuenta que, por aquel entonces, marzo del 2002, la residencia de Yasir Arafat, en Ramala, estaba siendo asediada por el ejército israelí y existía un malestar generalizado en la ciudadanía. Este malestar lo pudimos comprobar por el trato recibido en algunos negocios, todos equipados con una televisión conectada al canal Al Jazeera, que no cesaba de proyectar las imágenes de los ataques israelíes a Muqataa, la sede de la Autoridad Nacional Palestina; Nosotras, quizás con pintas de americanas, y, por ende, proisraelíes, despertábamos una cierta destemplanza, totalmente comprensible.
Además, tuvimos la oportunidad de presenciar una enorme manifestación desde la azotea de nuestro hotel, en la conocida avenida de Al Haram, en El Cairo, donde jóvenes estudiantes, y en general, la sociedad egipcia al completo protestaba y reclamaba acción al gobierno de Mubarak ante tales hechos. Hay que recordar que, Egipto se convierte en el primer país árabe en establecer relaciones diplomáticas con Israel, muy a pesar de los diversos boicots por parte de otros estados árabes, tras la firma de los Acuerdos de Camp David en 1978, que sentaron las bases de la paz entre Egipto e Israel y en particular se centraron en la necesidad de solucionar el problema palestino, de ahí el desasosiego de la ciudadanía.
Pues bien, este fue el ambiente que reinaba cuando viajamos a Egipto por aquel entonces, y nunca llegamos a plantearnos que estuviéramos viviendo una situación de riesgo o inseguridad, que es un tema muy cuestionado hoy en día cuando nos planteamos una visita al país de los faraones.
En los últimos años, desde el estallido de la Primavera Árabe, los países del Norte de África y Oriente Medio se han visto afectados a causa de las protestas del pueblo a decenios de opresión y a las reacciones de los dirigentes con conflictos armados o caídas de gobiernos, que, de alguna manera, han afectado al turismo y a la seguridad a la hora de viajar a estos destinos. Y aunque la situación actual en Egipto no sea la más deseada, tras el golpe de estado de Abdelfatá al Sisi, el turismo está comenzando a remontar, con precauciones, según el Ministerio de Exteriores. El ‘ranking’ anual Best in Travel de Lonely Planet de 2019, califica entre las primeras posiciones de su lista de destinos a Egipto, razón por la cual elegí esta entrada para el blog.
El Cairo nos encantó, una ciudad llena de bullicio y vida, aunque un tanto caótica, ya que alberga a más de veinte millones de habitantes y tiene fama de tener un tráfico enloquecedor. Viajamos en el mes de marzo y las temperaturas eran bastante altas, me puedo imaginar que el verano debe abrasador, por eso suelen recomendar viajar entre noviembre y febrero.
La joya de nuestra estancia en El Cairo fue, sin lugar a duda, conocer de primera mano las pirámides de Guiza, sin embargo, una de las visitas que más disfruté fue la del Museo Egipcio o Museo de Antigüedades Egipcias, que se encuentra en la famosa Plaza Tahrir. El Museo fue fundado por el arqueólogo francés Auguste Mariette para acabar con los saqueos y el tráfico de piezas arqueológicas. Aunque parte de los secretos de esta civilización están distribuidos entre el Museo del Louvre y el British Museum, el Museo de El Cairo cuenta con la mayor colección de piezas del Antiguo Egipcio, alrededor de 120 mil piezas, lo que le convierte en una visita obligada.
De todas las piezas del museo, las que más recuerdo fueron quizás el sarcófago de Tutankamón, la paleta de Narmer y las momias de muchos faraones entre ellas la de Ramsés.
La tumba de Tutankamón se encuentra en el Valle de los Reyes y en el museo se guarda el sarcófago y la máscara de oro. Tutankamón fue un faraón adolescente de la dinastía XVIII de Egipto, que reinó apenas 10 años, y fue inmortalizado en una máscara de oro y piedras semipreciosas, que la convierte en una de las piezas más importantes del museo y del arte egipcio en general. Su sarcófago es de oro macizo de alrededor de 110 kilos de peso
La momia de Ramsés II el grande, descubierta en 1881 por Gaston Maspero y H. Brugsch, tuvo que viajar a Francia en 1976 para realizarle un estudio y encontrar el tratamiento adecuado para su conservación ya que sufría un gran deterioro, al parecer, debido a que estaba infestada por más de 80 tipos de hongos debido a la gran humedad del museo.
La Paleta de Narmer, una de las piezas más importantes del museo, que relata la unificación del Alto y Bajo Egipto por el rey Narmer, acontecimiento que marca el comienzo de la primera dinastía del Imperio Egipcio.
Y para cerrar esta entrada sobre El Cairo, una visita que te hará conocer mejor a los cairotas es la del bazar de Al Khalili, el más antiguo de Oriente Medio, de 1382, mandado construir por el sultán Djaharks el-Jalili como lugar de descanso para los comerciantes. Dentro del bazar podéis despediros de vuestra visita a Egipto tomando un café en el famoso El Fishawi o Café de los Espejos que abre las 24 horas del día y desde el que podéis disfrutar de un buen café turco y contemplar la vida en la metrópolis más poblada del continente africano, la “madre de todas ciudades”.
Ya tenéis otro “bonmotif”!