Mi crucero por el Nilo
Quizás recuerdes, de la época en la que estudiabas en el colegio, las distintas edades de la historia. La Edad Antigua, periodo en el que surgen las primeras civilizaciones, es precisamente el temario de la asignatura de historia que mi hijo menor ha estado repasando esta semana, con motivo de los exámenes trimestrales, y he aprovechado esta ocasión para terminar de escribir la entrada del blog dedicada al crucero que hice por el Nilo hace ya unos años.
El Nilo ha sido, sin lugar a duda, un elemento fundamental en el desarrollo de la civilización del Antiguo Egipto. El cambio del clima y la desertización, que conformó el desierto del Sahara, generó grandes migraciones de habitantes a las riberas del Nilo, que se asentaron allí desarrollando una economía agrícola y una sociedad centralizada. Más adelante, estos habitantes se organizaron en dos reinos, el Alto y Bajo de Egipto que fueron unificados por el rey Menes, convirtiéndose en el primer faraón de la I dinastía de las treinta que gobernarían Egipto y dando comienzo al Imperio Egipcio.
En este mágico contexto histórico iniciamos nuestro crucero por el Nilo. La fórmula de recorrer el Nilo en un crucero fluvial es la mejor manera de introducirse en la cultura del Imperio Egipcio. La zona que normalmente recorren estos cruceros parte de Luxor y termina en Asuán, unos 200 kilómetros hacia el sur y suele durar unos 5 días haciendo distintas escalas en los principales restos arqueológicos de la zona.
Nuestro barco era una motonave más bien pequeña, tendría unas 15 cabinas, según recuerdo, y daba la sensación de estar casi en familia. Estas motonaves tienen un salón comedor como punto de reunión y zona de piscina y hamacas para disfrutar del paisaje. En apenas unos kilómetros, el tiempo se ralentiza y por eso recuerdo este crucero como una travesia muy tranquila, intima y familar, lejos del bullicio del turisteo.
Volamos directamente a Luxor para embarcar en el crucero en el Nilo egipcio, y digo el Nilo Egipcio porque el Nilo recorre diez países de Africa, desde Burundi hasta Egipto formando el Delta del Nilo en su desembocadura en el Mediterráneo. Se trata del rio más largo de toda Africa y el segundo del mundo, tras el Amazonas.
Nuestro primer día de crucero comenzaba, asi pues, en Luxor. Esta ciudad, que hoy en día es una villa moderna, fue la legendaria Tebas, dos veces capital del Antiguo Egipto, y centro de poder económico y religioso de la época. Allí visitamos los templos de Karnak y de Luxor.
El Templo de Karnak, se encuentra en Karnak, una población a orillas del Nilo, frente a Luxor. Se trata del complejo religioso más importante del Antiguo Egipcio y también el templo más grande de todo Egipto. Se comenta que hoy en día se siguen encontrando restos y se sigue reconstruyendo. Lo curioso de este templo es que fue construido por más de treinta faraones a lo largo de más de 1800 años, entre los que destacan Hatshepsut, Ramsés II y Ramsés III y se dedicó al dios Amón. Una de las partes más peculiares del templo es la sala hipóstila, un espacio con más de 134 enormes columnas de piedra tallada.
El Templo de Luxor, en el centro de la antigua Tebas, es el monumento más importante de la ciudad. Es obra de dos faraones, Amenophis III, que lo mandó construir, y Ramsés II que lo finalizó 100 años más tarde. La fachada es imponente con unas enormes estatuas de Ramsés II sentado y justo en frente había dos enormes obeliscos, del que solo queda uno ya que el otro se encuentra en la Plaza de la Concordia en Paris. Es el único templo con monumentos faraónicos, grecorromanos, coptos y musulmanes.
El segundo día, visitamos el Valle de los Reyes, un pequeño valle con más de 60 tumbas reales del Imperio Nuevo, auténticas obras de arte donde los pintores y escultores plasmaron el día a día del Antiguo Egipto. Precisamente allí se encuentra la tumba de Tutankamón que ha sido recientemente reabierta al publico tras diez años de trabajos de restauración. No muy lejos encontramos el Valle de las Reinas, la necrópolis donde se encuentran enterradas las princesas y esposas de los faraones del Imperio Nuevo, así como de algunos príncipes. Destaca la tumba de Nefertari, la esposa predilecta de Ramsés II, el templo de la gran reina-faraón Hatshepsut y, los colosos de Memnon, dos gigantescas estatuas de piedra de 18 metros de altura, que representan al faraón Amenhotep III situadas en la ribera occidental del Nilo.
El tercer día llegamos a Edfú para visitar el templo dedicado a Horus, el más importante después del de Karnak y continuar el crucero hasta Kom Ombo donde visitamos el templo dedicado al dios-cocodrilo Sobek y más tarde a Horus
El cuarto día de crucero llegamos a la ciudad de Asuán, capital nubia del Alto Egipto. En Asuán se encuentra el hotel Old Cataract, donde dicen que Agatha Christie escribió Muerte en el Nilo y también donde solía alojarse Churchill. Visitamos el santuario de Isis en Philae, conocido como La Perla del Nilo, uno de los templos más bonitos a orillas del Nilo y que está dedicado a la diosa Isis, deidad del amor, la magia y la maternidad.
Desde Asuán hicimos la visita a la mágica Abu Simbel, donde se encuentran los templos de Ramsés II y su esposa Nefertari, a unas tres horas por carretera a través del desierto. Dicen que son los templos más bellos de los que se construyeron durante el reinado de Ramsés II. El Templo Mayor tiene una fachada de 33 metros de altura con cuatro estatuas gigantes que representan a Ramsés II de veinte metros cada una y fueron talladas directamente en la roca. Y el templo en honor a Nefertari y la diosa Hathor, es asimismo espectacular.
Y terminamos la visita realizando un paseo maravilloso en faluca, un velero pesquero tradicional, por la Isla Kitchener y Elefantina, y pasando la noche a bordo del barco.
Al día siguiente pusimos rumbo a El Cairo y no puedo negar que aparte del Museo Arqueológico de la capital, que ya comenté en mi otra entrada de blog sobre El Cairo, mi principal interés era visitar las famosas Pirámides de Giza, Keops, Kefrén y Micerinos.
Giza se encuentra a unos 20 kilómetros del Cairo y es emocionante el recorrido por carretera hacia el desierto donde se encuentran. El billete de entrada a la meseta de las pirámides cuesta unos 10 dólares. Y si quieres entrar en las pirámides, debes saber que las entradas están limitadas. Para el acceso al interior de Keops solo se venden 300 entradas por día, así que resérvalo antes de emprender tu viaje, porque las entradas vuelan. Además, por cuestiones de restauración, cada pirámide permanece cerrada durante 1 año en turno rotativos; infórmate de cual es la que estará cerrada en tu próximo viaje.
La gran pirámide de Keops, que fue faraón de la IV dinastía hace más de 4600 años, es la más grande de las tres con más de 140 metros de altura. A su lado, la pirámide de su hijo Kefrén cuyo templo funerario lo custodia la esfinge de cuerpo acostado de león y rostro humano, retrato del propio Kefrén. Y la mas pequeña, la pirámide de Micerinos, hijo de Kefrén, tiene una la hilera de piedras de granito rosa en su base.
Junto de las pirámides, en la zona también podéis visitar el Barco Solar de Keops, de más de 4600 años, y las pirámides menores de las reinas. Además, para los que viajéis a Egipto a partir de abril del 2020, quizás estéis de suerte y hayan finalizado las obras del Gran Museo de Egipto, a 2 kms de las pirámides, cuya primera piedra se colocó en el 2002, el año que visité el país. Se tratará del museo arqueológico más grande del mundo, donde expondrán más de 100.000 obras de arte, de las cuales buena parte nunca habían visto la luz.
Yo ya tengo un bon motif más que suficiente para regresar a El Cairo en el 2020. Y tú?